lunes, 15 de junio de 2009

HIS

No mucho antes de crear este blog, me enteré que HIS, una famosa agencia de viaje japonesa, había abierto una nueva sede en Barcelona, exactamente en la calle Roger de Lluria nº44. 
Esta noticia no habría de tener nada más de especial, aparte de para aquellos que les resulte interesante comprar un billete de avión allí, comparar precios u ofertas con otras agencias o les ilusione simplemente ser atendidos por japoneses. Sin embargo, fuera de lo curioso del evento, el mero hecho de leer sobre HIS me hizo recordar un suceso que ocurrió ya hace algunos años atrás.
Ese verano estaba disfrutando de uno de mis viajes a Japón. Había descubierto la apasionante Hokkaido, lugar de contrastes donde los allá, donde uno puede deleitarse de increíbles paisajes y excelente comida al ritmo del tran-tran del tren. Pero ese viaje llegaba a su fin, y el día del retorno llegó puntual e impasible, pero sin embargo nada, nada tranquilo.
Por motivos varios me encontré llegando tarde al aeropuerto de Narita, puede ser increíble las veces que uno puede mirarse el reloj cuando esta apunto de perder un avión y el tren no va lo veloz que uno desearía.
La cuestión es que llegué tan apunto que lo perdí, pero eso no fue lo bueno, lo mejor fue cuando me dijeron que como tenía billete cerrado no podía cambiar la fecha de regreso, y por tanto había de comprar un billete nuevo, que por supuesto al ser en el aeropuerto rondaban los 500.000 yenes (un poco más de 3.000 euros), dado que en los espacios aeroportuario no se aplica oferta alguna. Después de dialogar, discutir o fuese lo que fuese lo que hiciese, lo único que pude sacar fueron las 3 compañías aéreas donde los billetes eran más baratos de comprar, Cathay Pacific, SwissAir y, por descontado, Aeroflot.


Mientras me disponía a buscar el mostrador de estas tres compañías, pasaron delante de mi tres hombres con camisa hawaiana y pinta de tener bastante pasta, se acercaron al mostrador que hacía nada había dejado y pidieron 3 billetes para no se donde, oyendo luego como decía uno de ellos que él ya pagaba. Estuve a apunto de ir y decirle que ya que le sobraba la pasta que me pagase uno a mi también, pero en vez de eso preferí irme rápidamente a los mostrados antes citados.
Los billetes de Cathay y SwissAir no bajaban de los 300.000 yenes, aún demasiado caros para mí, pero me aconsejaron que fuese a una agencia de viajes en Tokyo y que allí comprase el billete, ya que me saldría mucho más barato. No obstante, antes quise probar con Aeroflot, la última de las 3 compañías para probar y la que menos deseaba. Aunque me habían aconsejado ir a Tokyo, no quería volver sin haber agotado todas las opciones de las que disponía en Narita.
Cuando llegue al mostrador de Aeroflot, solo había una persona que no podía atenderme y que me comentó que para cualquier consulta me dirigiese a las oficinas situadas dentro del recinto. Después de indicarme como llegar y que tenía que decir para que me dejasen pasar, me dirigí hacía el lugar con decisión, para mi sorpresa no había ningún guardia vigilando, así que pasé sin más. 
Dentro todo era un laberinto de pasillos largos y estrechos, un espacio monocolor nada agradable a la vista. Pregunté a un miembro del personal y amablemente me apuntó la puerta a la que me tenía que dirigir. Cuando me encontré delante de ella, piqué varias veces pero no obtuve respuesta, hasta que escuche un ligero douzo y me dispuse a pasar. 
Una mesa con un Japan Times sobre ella estaba a la izquierda de la entrada, y enfrentando mi visión un biombo que no me dejaba ver lo que había detrás.  Me deslicé hacia la derecha y encontré un hombre sentando y un despacho lleno de papeles, le explique mi situación pero no entendía nada de inglés, así que después de chapurrear algo de japonés llegué a entender que tenía que esperar al Sr.O, que era el encargado de estos temas. Así que después de indicarme la mesa detrás del biombo me quede sentado ahí esperando al Sr.O.
Esos momentos eran los primeros minutos de descanso que tenía desde que me enteré de la pérdida del avión. Aunque seguían siendo instantes de incertidumbre por saber que me iban a decir, la tensión iba en disminución cuanto más tiempo estaba sentado. Así que dado, que no podría hacer nada hasta que no viniese el encargado decidí relajarme más aún. Cogí el Japan Times y me fui a la sección de deportes, en ese momento se estaba celebrando el Nagoya Basho, y deseaba saber como iba la competición. Había estado siguiendo los progresos de Kotooshu, y después de haber completado un fenomenal Natsu Basho quería saber como le estaba yendo en este torneo de Nagoya, el cual por el viaje no había tenido ocasión de seguir. Fue grata mi sorpresa el descubrir como el día anterior había derrotado al Yokozuna Asashoryu, creciendo sus posibilidades de hacerse con su primer torneo de sumo. Mientras leía el articulo daba la razón al periodista cuando se refería a que el progreso de este luchador había sido totalmente exponencial estando predestinado para ser uno de los mejores luchadores de sumo. 

Imagen del dojo del Kokujikan, donde se celebran los combates de sumo
Pese a leer otras noticias, y luego otras y otras, el Sr.O no llegaba. Hasta que de repente entró por la puerta y me saludo. Hablaba el inglés así que no hubo problema de comunicación, pudiendo explicárselo todo desde el principio dado que parecía que nadie le había comentado nada sobre mi situación. Me dijo que mientras intentaba buscar una solución esperase en la mesa de antes. Después de ruido de papeles y llamadas por teléfono, me llamó y me expuso la situación de manera clara, me ofreció un billete por unos 160.000 yenes, pero debía pagarlos antes de 40 minutos. Aunque no disponía de ese dinero en ese instante podía conseguirlo en un determinado plazo de tiempo, así que después de darle las gracias fui a por el dinero en cuestión sin perder tiempo alguno. Después de extraer unos ahorros que tenía, sumado al dinero que me había proporcionado la family, después de unas correspondientes llamadas, pude extraer un poco más de 200.000 yenes, suficientes para hacerme con el ansiado billete de avión. Pero el tiempo que había necesitado para conseguirlo había sido demasiado y cuando llegué al encuentro del Sr.O. ya llegaba 20 minutos tarde. 
Cuando llegué a su oficina, después de haber recorrido parte del aeropuerto corriendo, me hizo saber que como había llegado tarde ya era imposible que me pudiese ofrecer el billete, que hasta la semana siguiente no tendría la oportunidad de ofrecerme uno. Intenté razonar con él para que me ofreciera otro, pero me dejo muy claro que ese día ya no había ninguno más. Mi única opción, según él, eran las oficinas de la compañía que habían en Toranomon, allí probablemente podrían encontrar una solución a mi encrucijada.
Al final tuve que abandonar el aeropuerto sin haber encontrado solución alguna, pero como estaba en plena contrareloj, no podía perder tiempo en divagaciones y rápidamente cogí el Narita Express dirección Tokyo. Mientras viajaba en el tren comencé a pensar en los posibles gastos que podría tener en el caso que la búsqueda del billete se alargará, como noches de hotel, comida, transporte y posibles gastos varios como tarjetas de teléfono. Tenía que intentar ahorrar todo el dinero que pudiese desde ese momento porqué no sabía hasta cuando se iba a alargar la situación.

Imagen del Narita Express, que conecta la capital con el aeropuerto
Nada más llegar a Tokyo, empecé a ir agencia por agencia buscando algún billete de regreso, sin embargo en la gran mayoría me decían que debía haber un semana mínimo entre la solicitud del billete y el viaje en cuestión, tiempo que no disponía. A los 3 días debía de empezar a trabajar, y siempre que no hubiese otra opción no pensaba retrasar mi regreso a Barcelona.
Toda la tarde estuve probando por diferentes agencias por el centro de Tokyo hasta que éstas cerraron, momento el cual me encontraba en Ginza, de los peores sitios donde acabar. 

Ginza, uno de los barrios más caros de Tokyo, esta lleno de tiendas con lo más exquisito  que uno pueda comprar, sus brillantes escaparates te animan a entrar mientras que los precios te invitan a lo contrario. Sin embargo, el servicio, el producto y la calidad merecen su alto precio, por eso cuando uno visita Tokyo, un paseo dominical terminado con una cena en algún Izakaya o locales similares de Ginza son merecidos totalmente.

Una imagen del barrio de Ginza, en Tokio
Volviendo a lo de antes, me encontraba descansado en un banco de Ginza mientras contemplaba las luces de neón de las edificios cuando decidí que tenía que buscar un hotel antes de que fuese demasiado tarde. Sabía que por Minami-senju había uno de los hoteles más baratos de Tokyo, así que uno vez llegado allí comencé a buscarlo. Cuando lo encontré me dijeron que no tenían habitaciones libres, pero me recomendaron otro igual de barato que no había muy lejos. Un hostal de habitaciones compartidas que aunque no era muy cómodo, en ese momento me era como un hotel de lujo. Me dispuse a descansar y a reflexionar en lo que había de hacer al día siguiente, visitar Toranomon.
Sin embargo esa mañana me la pase buscando el edificio donde se encontraban las oficinas de Toranomon para acabar descubriendo que los sábados cerraban. Me encontraba en un punto muerto, y las opciones se me iban acabando una a una. Hasta que pensé de nuevo en el Sr.O., si me había ofrecido un billete el día anterior quizá ese día si le presionaba podía hacer que me ofreciera otro. Así que le llamé y le expliqué la situación. Después de intentar convencerle conseguí que me diera otra pequeña alternativa, me había pedido que le mandase por fax mi billete y pasaporte, luego vería lo que podía hacer. Fui a una tienda 24 horas donde pudiera hacer fotocopias y enviar un fax, para inmediatamente después tomarme un descanso y parar para tomarme un merecido desayuno.
Cuando llamé al Sr.O. me comentó que como mis billetes no eran de Aeroflot era difícil que pudiera hacer alguna cosa, pero como era algo que ya le había explicado, supuse que sería mejor ir a verle en persona, probar explicarlo todo correctamente e intentar encontrar una solución.
Después de otro viaje en el Narita Express, llegué al aeropuerto y me dirigí a las oficinas de Aeroflot, donde estuve hablando con el Sr.O. largamente. Sin embargo, como me había dicho previamente, no pudo ofrecerme otro billete para ese día. Cuando ya no sabía que hacer y me replanteaba comprar un billete para una semana después en cualquier agencia, el Sr.O. me habló sobre HIS, una compañía de viajes que había visto anunciada por la televisión teniendo como a protagonista al famoso jugador de béisbol Tsuyoshi Shinjo

Imagen promocional de la compañía de viaje HIS que utilizó al entonces jugador de béisbol Shinjo
Me comentó que en la ciudad de Narita había una agencia de HIS donde podían vender viajes para el día siguiente. Me aconsejó que fuese hacia allí y que preguntase por el Sr.S., que el podría ayudarme a conseguir un billete. Habiéndomelo explicado todo, el Sr.O. me acompañó fuera del aeropuerto donde me llamó a un taxi y le dio las explicaciones pertinentes para llegar a esa oficina en cuestión. Previamente durante el trayecto hacia el taxi el Sr.O. me preguntó si podía hacerme una pregunta que quería hacerme desde el principio, quería saber el por que había perdido el avión. Después de explicárselo todo y reírnos un rato, antes de montarme en el taxi me despedí y le agradecí todo las molestias que había tenido conmigo, esperando interiormente que esa última opción fuese la definitiva.
El recorrido hasta Narita duró más de lo que me esperaba, sin embargo no lo fue tanto llegar hasta la agencia de viajes HIS, situada en un edificio en frente de la estación de tren de la ciudad. Después de pagar al taxista y darle las gracias me dirigí hacía la entrada del pequeño edificio, la agencia se situaba en la segunda planta, y una vez llegado hasta ella se podía ver una agencia de lo más normal, con solo una pareja como clientes. Había un poster en grande de Shinjo con un traje a lo Elvis en una de las paredes, y una televisión grande que no paraba de repetir los anuncios de la campaña de verano. 
Nada más entrar me preguntaron en que podían ayudarme, les pregunté por el Sr.S, y al rato vino a verme. Le expliqué que venía de parte del Sr.O. y que buscaba un billete para estar en tal día en España. Entonces pidió a una de sus empleadas que me atendiera, una chica guapa y bastante agradable, pero sin embargo bastante dubitativa, parecía que no tenía demasiada confianza en su inglés y temía una conversación un poco difícil, pero al final no fue nada de eso, todo lo contrario. 

Lo primero que le pregunté fue si de verdad era posible que me diesen un billete para la fecha que le solicitaba, comentándome que no había ningún problema siempre que hubiesen plazas disponibles cosa que confirmó enseguida. Inmediatamente, toda la presión que tenía me desapareció, diluyéndose como un azucarillo. Por fin me veía de regreso a Barcelona en el día deseado, la presión dejó pasó a una gran alegría y una sensación que todo lo que había hecho había merecido la pena.
Al acabar los trámites de la expedición del billete, el cual me costó 124.000 yenes, mucho menos de lo que me esperaba, me dispuse a cogerlo cuando se produjo un terremoto. Durante unos largos segundos, tenía sujeto el billete, mientras que la empleada asustada no lo soltaba. Por muy raro que pareciera el terremoto no me preocupaba demasiado, tampoco no era muy fuerte, pero suficiente para asustar a los empleados y ver como los clientes que estaban a mi lado se refugiaban bajo el marco de la puerta de entrada. Yo por mi parte solo quería mi billete, quería cogerlo y guardarlo hasta que tuviese que utilizarlo en el viaje de regreso. Terminado el terremoto, y de que la chica dejase ir un lacónico kowai, soltó el billete y pude asirlo con fuerza. Cuando todo comenzó a tranquilizarse, me despedí y me dispuse a volver al hostal a tomarme un merecido descanso, pero antes quería disfrutar de una buena comida. 
Nada más salir, cruzando la calle había un restaurante donde me pedí un buen plato de katsudon.
Al acabar cuando me dirigía a la estación, no sin antes echar una última ojeada a la agencia HIS,

Una imagen de la entrada de la oficina de HIS en la ciudad de Narita
me encontré que debido al terremoto el servicio ferroviario se había parado hasta que se creyera conveniente. Así que tuve que esperar un par de horas más para poder volver al hostal y soñar con mi regreso después de un accidentado fin de semana. 

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