jueves, 17 de mayo de 2012

Kioto: To-ji, Kiyomizu-dera y Yasaka-jinja

De todas las veces que he estado en Japón, tan sólo una vez no fui a Kioto, debido principalmente a que me era imposible ir. Kioto conserva como muy pocas ciudades la esencia cultural e histórica del país, siendo junto a Nara la que conserva más patrimonio cultural arquitectónico por metro cuadrado. Con un breve vistazo al mapa turístico de la ciudad podremos descubrir que simplemente yendo a pie, en bicicleta, en autobús o en metro podemos visitar un montón de monumentos históricos como templos budistas, santuarios sintoístas, palacios imperiales y majestuosos castillos. Toda una amalgama de construcciones históricas que sería difícil escoger una por encima de las demás. Cualquier persona que haya estado en Kioto o que tenga pensado ir y tenga una idea aproximada de lo que quiera visitar tendrá una predilección diferente de su monumento favorito, algunos dirán el Templo dorado Kinkaku-ji, y otros estarían entre el Castillo de Ni-jo, la pagoda dentro del templo de To-ji, el maravilloso templo de Kiyomizu-dera, el majestuoso Palacio Imperial de Kioto, o incluso yendo un poquito más lejos el increíble santuario de Fushimi Inari Taisha.

Una imagen compuesta por 6 fotografías correspondientes a Kinkaku-ji, Castillo de Ni-jo, To-ji, Kiyomizu-dera, Palacio Imperial y Fushimi Inari Taisha
De izquierda a derecha y de arriba a abajo:
Kinkaku-ji, Castillo de Ni-jo, To-ji,
Kiyomizu-dera, Palacio Imperial y Fushimi Inari Taisha
Seguramente también habrán otros que sencillamente prefieran algo diferente como el barrio de las geishas llamado Gion, o incluso gozar o haber gozado del Gion Matsuri, el festival de las carrozas de Kioto que se celebra en pleno mes de julio, o simplemente contemplar durante la noche del 16 de agosto las hogueras en forma de kanji sobre las montañas que rodean la ciudad en la celebración del Daimonji. Como se puede ver Kioto ofrece un conjunto de visitas turísticas interminables en un sólo viaje de placer, pero como quiero enlazar los próximos posts con el anterior, sólo me concentraré en el patrimonio cultural heredado hasta el período Heian, período desde el cual la capital de Japón no abandonó dicha ciudad definitivamente hasta la era Meiji. Pero antes de comenzar con cualquier explicación es interesante comentar un poco sobre la historia previa y los rasgos geográficos de la ciudad.
La importancia que tuvo el asentamiento de la capital en la actual ciudad de Kioto es que definitivamente se escogía un lugar estable para albergar a la corte imperial, previamente durante años ésta se había ido moviendo por diferentes lugares entre las prefecturas de Nara, Shiga, Osaka y de la misma Kioto, los motivos de todos estos traslados podían ser diversos como tensiones entre la familia imperial, el alejamiento de una fuerte presión budista, guerras, enfermedades e incluso caprichos. El lugar se escogió por razones diversas como que no quedaba muy lejos del último asentamiento de la capital en Nagaoka, y el traslado por tanto sería más sencillo. Pero las razones principales del traslado eran geográficas, la zona que abarcaba las comarcas de Kadono y Otagi eran atravesadas por varios caudalosos ríos que tenían su origen en las montañas que rodeaban toda la región salvo en el extremo Sur, de todos estos ríos habían dos principales que flanqueaban el territorio, el río Katsura al Oeste y el río Kamo al Este. Es este último el más famoso y conocido, dado que atraviesa el casco antiguo de la ciudad, siendo utilizado durante años como lugar de reunión en primavera para ver los cerezos en flor situados a lo largo de su cauce,  y de lugar de encuentro para parejas de enamorados, grupos de amigos y familias para disfrutar de los festivales de verano desde su orilla. Los puentes de diferentes colores que lo atraviesan son otra de las marcas representativas de la ciudad, los habréis cruzado o los tendréis que cruzar para ir a sitios tan emblemáticos como los templos de Ginkaku-ji y Kiyomizu-dera, el santuario de Heian-jingu, o el  mismo barrio de Gion. Volviendo al río Kamo, a la altura del palacio imperial absorbe al río Takano, para finalmente desembocar más al Sur de la ciudad en el río Katsura, éste a su vez confluye con el río Uji, nacido del enorme lago Biwa, para formar entre los dos el largo río Yodo que llega hasta la misma ciudad de Osaka.
Tal cantidad de ríos puede ser explicada como he comentado antes por la cordillera montañosa que rodea la ciudad, si cogéis Google Maps, buscáis Kyoto y ponéis el mapa en relieve veréis como de acotada esta la antigua capital, es por ello que si habéis viajado a Kioto en pleno verano habréis comprobado que el calor es sofocante, incluso en días de mucha calor y humedad puede ser totalmente insoportable. A parte de que cuanto más al Sur del país vayamos el calor y la humedad en verano aumentarán, el hecho de que la ciudad este envuelta por la cordillera montañosa hace que el viento no circule con normalidad, otorgando una sensación de calor mayor de lo habitual. Al comienzo del asentamiento de la capital el abrazo de las montañas permitía que la ciudad tuviese recursos hidrológicos suficientes y daba una sensación de mayor seguridad, sin embargo limitaba bastante el acceso a la ciudad, y es por aquí por donde quiero comenzar explicando el patrimonio heredado de la era Heian, por la puerta de entrada a la ciudad.

Fotografía de la pagoda del Templo de To-ji (To-ji no gojuu-no-tou)
Pagoda del Templo de To-ji (東寺の五重塔)
Templo To-ji:
Puede que por este nombre no lo reconozcáis pero es el templo que acoge la famosa pagoda de Kioto, una de las imágenes más representativas de la ciudad, y que al estar al lado de la estación de tren es la que, de alguna manera, da la bienvenida a la antigua capital. Fue de las primeras construcciones que se realizaron cuando la familia imperial aterrizó en aquel lugar, pero nuestro actual templo de To-ji oculta un secreto que el pasado nos desvelará convirtiendo a la pagoda en un eje de referencia para imaginar como era aproximadamente la capital durante el período Heian. Como se ha explicado antes, la ciudad estaba rodeada por toda una cordillera de montañas, siendo la parte más accesible a la capital la parte Sur, es por este hecho que cuando se comenzó a construir el palacio imperial, éste miraba hacia esa dirección, la misma ciudad fue diseñada hacia el mismo sentido, y finalmente en el perímetro más meridional se creó la puerta de acceso a Heian-kyo, como se llamaba a Kioto durante esa era. El nombre de esta puerta era Rashomon, como la conocida película de Akira Kurosawa, que se basaba en los relatos de un mismo suceso desde diferentes versiones explicados justo debajo de la puerta del mismo nombre. Para proteger la ciudad de los malos espíritus que pudiesen venir del exterior la gran puerta estaba flanqueada por dos templos budistas casi idénticos pertenecientes a la escuela budista Shingon, el templo al Oeste se llamaba Sai-ji y el templo al Este, To-ji. Aunque el emperador Kanmu era reticente a que hubiesen templos budistas dentro de la ciudad en un principio permitió la construcción de estos dos templos junto a la puerta de Rashomon, sin embargo años después cuando la construcción había quedado a medias, la escuela Shingon se hizo cargo del acabado de los dos templos, construyendo una pagoda de cinco pisos en cada uno de ellos, edificaciones por otro lado características de esta rama budista por aquella época, por ello en la mayoría de templos Shingon podemos encontrar una pagoda, sea el caso por ejemplo del templo de Koya-san en Wakayama o el Shinsho-ji en Chiba. Volviendo al templo To-ji, debido a su posición estratégica en la actualidad podemos utilizar su situación como referencia para imaginar como era la desaparecida Heian-kyo. Mirando hacia las montañas, como si fuésemos a entrar en la gran ciudad, el templo se encontraba a la derecha de la puerta de Rashomon, atravesándola nos encontraríamos con la gran avenida de Suzaku, como unos Parques Elíseos, que conducía directamente a la entrada del Palacio Imperial. Si cogemos un mapa actual de la ciudad de Kioto, no encontraríamos rastro alguno de esa avenida, pero sabiendo la posición de To-ji podríamos imaginar donde estaba, si tenéis suerte y tenéis un buen mapa, puede que os señale el lugar donde se encontraba la puerta de Rashomon. Si trazamos una línea recta desde ese punto hasta la estación Ni-jo de la JR, estaríamos más o menos delante de donde se alzaba el antiguo palacio de Heian. Subiendo un poco más nos encontraríamos con una señalización que nos indicaría que en ese sitio se encontraba la puerta de Suzakumon, puerta de acceso al palacio imperial, y si giráramos hacia la derecha nos toparíamos con el Castillo de Ni-jo. Este castillo se levantó a principios del S.XVII sobre parte de los terrenos donde se situaba el antiguo palacio, que en aquel momento ya llevaba siglos destruido.
Del desaparecido palacio de Heian sólo queda la reproducción a una escala inferior que se realizó a finales del S.XIX, denominada Heian-jingu, actualmente un santuario sintoísta pero que en un principio tenía como función reproducir el aspecto del antiguo palacio imperial.
De la famosa entrada de la ciudad sólo queda en pie el templo de To-ji, su templo hermano Sai-ji, y la puerta de Rashomon acabaron en ruinas durante el período de dejadez, corrupción y conflictos de intereses y religiosos en la que se vio sumida la capital en los albores del final de la era Heian. El mismo templo To-ji tuvo que ser parcialmente reconstruido en el S.XV

Fotografía del Templo de Kiyomizu-dera (Nioumon)
Puerta de entrada al Templo de Kiyomizu-dera (清水寺の仁王門)
Kiyomizu-dera:
En la misma película Rashomon el monje budista testigo de los relatos del leñador dice que viene del templo Kiyomizu, se refiere a este mítico y bello templo que se encuentra en los límites de la ciudad, exactamente en la parte sureste. Aunque es un templo bien conocido en Japón, saltó a la fama mundialmente en el 2006 cuando se convirtió en uno de los 21 candidatos en el concurso de la Fundación New7Wonders para escoger las nuevas 7 maravillas del mundo. Sin embargo el actual templo de Kiyomizu-dera poco tiene que ver con el de la era Heian.
Uno de los motivos por los cuales la corte imperial se trasladó tantas veces fue para huir de la fuerte presión que ejercían las escuelas budistas de Nara, es por ello que cuando el Emperador Kanmu fundó la ciudad de Heian-kyo prohibió la instalación de templos budistas en la capital, salvo como expliqué anteriormente los templos de To-ji, Sai-ji y uno pequeño dentro del mismo palacio llamado Shingon-in, los tres de la escuela budista Shingon, que gracias a los nuevos preceptos que traían de China se ganaron la confianza primero del clan Fujiwara y después de la misma familia imperial. No obstante, las escuelas de Nara no capitularon y fueron siguiendo a la corte imperial allá donde fuese. Fueron ellos, concretamente la escuela budista Hosso, quienes una vez se hubo asentado la nueva capital decidieron crear el templo de Kiyomizu-dera a las afueras de la ciudad. El templo dependía directamente del de Kofuku-ji en Nara, el segundo en importancia dentro de la escala budista tras el de Todai-ji. De esta manera pretendían seguir manteniendo su influencia sobre la corte imperial, sin embargo por aquella época surgía otra escuela budista que convirtió Kioto en su feudo, fue la predominante en la capital y llegó a ser la gran rival de las de Nara. La escuela budista Tendai. Los conflictos entre esta escuela y las de Nara, como Kegon y sobre todo Hosso, por ganarse la influencia del imperio provocaron graves altercados que acabaron en el incendio de muchos de los templos de estas escuelas, y Kiyomizu-dera no fue una excepción, aunque en aquel entonces no era el gran templo que es ahora. No fue hasta ya entrado el S.XVII que el templo se transformó en lo que es hoy.

Fotografía de la puerta de entrada al Santuario de Yasaka Jinja (Minami-roumon)
Puerta de entrada al Santuario de Yasaka Jinja (八坂神社の南楼門)
Yasaka jinja:
En la misma ciudad de Kioto en pleno barrio de Gion se puede encontrar el bello y colorido santuario sintoísta de Yasaka, fácil de encontrar porque se sitúa en el cruce de dos de las calles más transitadas de la ciudad, Higashioji-dori y Shijo-dori. Debido a su color rojo intenso que lo hace bastante llamativo no es muy difícil de ver incluso desde lejos.
En la entrada podemos encontrar dos Komainu, dos leones guardianes de santuarios sintoístas de influencia China, que como muchas otras cosas llegaron a Japón a través de Corea. Sus primos chinos llamados Shishi se usaban como protectores de lugares importantes, como el mismo palacio imperial o templos budistas, en Japón sin embargo fueron utilizados principalmente para custodiar santuarios sintoístas, aunque también pueden ser encontrados en algunos templos budistas. Podemos encontrarlos no sólo en forma de león, sino que también en forma de zorro llamado Kitsune, como en los santuarios que veneran a la diosa Inari.
Subiendo un poco más, en la puerta Nishiromon, el gran arco de entrada al santuario, nos encontramos con dos guardianes más, pero esta vez son dos Nio o Kongorikishi, suelen ser guardianes que custodian la puerta de acceso a templos budistas, pero como en este caso en cuestión también se les pueden encontrar en santuarios sintoístas. Suelen tener forma humana, de aspecto fuerte y temible y de gran tamaño. Sin embargo, los de Yasaka son guardianes de aspecto apacible vestidos de guerreros de la era Heian, siendo un ejemplo de como vestían e iban armados los guerreros de aquella época. Pero lo que destacaría más del santuario es el Maidono o Kagura-den, el recinto donde sólo en días especiales se realizan las danzas kagura, una especie de bailes con máscaras similar al teatro Noh que precisamente tiene su origen en este tipo de folklore japonés. Al caer la noche, las linternas de papel llamadas chochin que rodean el escenario se iluminan dando una maravillosa e imborrable imagen del lugar.

Fotografía del maidono del santuario de Yasaka jinja
Maidono del santuario de Yasaka finja (八坂神社の舞殿)
Aunque no era ni mucho menos el único santuario de la ciudad durante la era Heian gozaba de mucha de popularidad, dado que el dios confinado en su interior era el mismo Susa-no-o, el macho impetuoso. Dentro de la mitología japonesa de la cual se basa el sintoísmo es sin duda uno de los dioses más carismáticos de todos. Aunque en el mundo de los dioses representaba la envidia y avaricia provocando acciones malévolas contra sus hermanas, especialmente contra Ama-terasu, cuando es castigado y enviado al mundo de los humanos cambia de actitud y se convierte en un personaje justo y bondadoso. Su acción más conocida es cuando mata a la gran serpiente de ocho cabezas Yamata-no-Orochi, para salvar a una joven que le iba a ser sacrificada, primero emborrachándola de sake y luego cortándola a trozos con su espada. Tras hacerlo descubre dentro del cuerpo de la serpiente la espada sagrada Ame-no-Murakumo-no-Tsurugi llamada comúnmente Kusanagi, que entrega a su hermana Ama-terasu para ganarse su perdón. Esta misma espada sería la que según la leyenda le fue entregada al Príncipe Yamato para afrontar sus misiones contra la tribu de los Ainu que ocupaban toda la zona oriental del país. Por su parte, Susa-no-o después del perdón de Ama-terasu, se queda a vivir  en el mundo de los humanos con la joven a la que rescató. En resumen esta podría ser una breve explicación del dios Susa-no-o al cual se le ha comparado muchas veces con el personaje de Sant Jordi.
Yasaka jinja no es el único santuario que dice tener enclaustrado a Susa-no-o, es normal encontrarse diferentes santuarios que veneran a la misma deidad, pero incluso dentro de la misma religión sintoísta existen dos santuarios por excelencia que están por encima de los demás, son el santuario de Ise en la prefectura de Mie que venera a la diosa Ama-terasu y el santuario de Kumano Taisha en la prefectura de Shimane el que es considerado la referencia entre todos los santuarios que adoran a Susa-no-o. Dado que según la mitología cuando Susa-no-o es enviado al mundo terrenal llega a esta prefectura, es aquí donde podemos encontrar más santuarios dedicados a esta deidad, junto al de Kumano esta el de Susa y el de Yaegaki. Sin embargo, Yasaka-jinja o Gion-sha como se llamaba por aquel entonces dando nombre a toda la zona donde se ubicaba, era el único santuario dedicado a Susa-no-o en la capital imperial y de ahí su importancia y su influencia a lo largo de los años. Es por ello que cuando en el 869 todo el país estuvo sumido bajo una plaga y una sucesión de desastres naturales el Emperador Seiwa pidió a la población de Kioto que fuese a rezar al dios Susa-no-o del santuario de Gion-sha para que apaciguase al demonio al que se consideraba culpable de todos los azotes que estaba sufriendo el país. Finalmente se decidió por hacer una procesión del O-mikoshi de Gion-sha hasta los jardines de Shinsen-en dentro del mismo palacio imperial, y que en la actualidad aún pueden visitarse, aunque como muchas otras cosas han cambiado bastante de su versión original. Estos O-mikoshi, o sencillamente Mikoshi, son mini-santuarios portátiles donde la respectiva deidad está confinada, cada cierto tiempo se les saca del recinto llamado Honden que hay en cada santuario para hacer una pequeña procesión. En cuanto a lo que respecta a la procesión ordenada por el Emperador Seiwa estaba compuesta por el Mikoshi y 66 alabardas, una por cada provincia del país, tras recorrer parte de Heian-kyo llegó hasta los jardines de Shinsen-en, que habían sido protagonistas ese mismo siglo cuando Kukai el fundador de la escuela Shingon consiguió hacer llover mediante sutras budistas desde el mismo jardín, debido a esto se creó en ese lugar un pequeño santuario que albergaba a la diosa Zennyo-Ryu. Tras realizarse la procesión, tanto la plaga como los desastres naturales desaparecieron, y fue por este motivo por el que cada vez que se producía una plaga de abasto nacional se volvía a realizar la procesión, a la cual conocemos hoy en día como el Gion Matsuri.
En un principio el Gion Matsuri, nombre que le viene del mismo santuario Gion-sha desde donde salía su respectivo Mikoshi,  sólo se realizaba esporádicamente, pero finalmente a partir del 970, durante el mismo período Heian, se convirtió en un evento anual. Sin embargo no fue hasta el período Edo que el festival se transformó en lo que es hoy, portando grandes carrozas decoradas de vivos colores, y con ciertos elementos que recuerdan las épocas de plagas de arroz por las cuales se pasó. Esto se puede confirmar al ver como varias carrozas aún hoy en día portan encima una mantis religiosa. La mantis tiene un significado positivo dado que se alimenta de las plagas que puedan surgir en los arrozales, por tanto el hecho de haberlas en las plantaciones de arroz indica de alguna manera que se conseguirá una buena cosecha de arroz, alejando además el fantasma de las plagas, viéndose así a la mantis como un animal protector.

Fotografía del Gion Matsuri
Gion Matsuri (祇園祭)
Aunque cuando comenzó tenía un cariz religioso y exclusivo, poco a poco se fue convirtiendo en un evento más popular y accesible, siendo los potentes mercaderes textiles de Kioto quienes comenzaron a celebrar el festival durante la era Muromachi. Tras conflictos y prohibiciones los mercaderes consiguieron mantener con vida el festival hasta la era Edo, desde la cual se ha mantenido de manera similar, salvo que en vez de las primeras 66 alabardas se utilizaron 32 carrozas, representando a los 32 distritos en los que se componía la zona de la industria textil del kimono en Kioto, más o menos en la parte noroeste de la capital, en el actual barrio de Nishijin. Las 32 carrozas llamadas yamaboko se separan en dos tipos, las yama y las hoko, las yama son 23 pequeñas carrozas que son llevadas a hombros o que provistas de pequeñas ruedas son empujadas, sin embargo las hoko son más grandes y tienen grandes ruedas de madera que permiten su fácil movimiento tirando de ellas mediante cuerdas.
Es por todo esto que se podría decir popularmente hablando que Yasaka jinja es uno de los santuarios más importantes de Japón junto a otros como el de Fushimi Inari Taisha, también en Kioto. No es extraño por tanto que dado su incierto origen, si fue primero un templo budista o un santuario sintoísta,  dado que el recinto ya existía un siglo antes del establecimiento de la capital en aquella zona, escuelas budistas como la Hosso o la Tendai se hayan peleado por su patrocinio, acabando en manos de la rama de Kioto hasta la era Muromachi, de ahí que en el santuario hayan mezclados rasgos budistas y sintoístas, como los guardianes Nio o la misma puerta de entrada, elementos más típicos de un templo budista.

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